Habiendo dejado atrás los exámenes tan sólo hace dos meses y a menos de una semana de los de mayo, desde el
estudiantado de la UAM seguimos cuestionando enérgicamente los supuestos
beneficios que nos confiere el Plan Bolonia. A través de este proceso de
naturaleza antidemocrática, la privatización de la enseñanza superior se hace progresivamente
más patente, mientras que desde el Gobierno se trata de justificar aludiendo a
que “la gratuidad de ésta no promueve el esfuerzo de los estudiantes y tiende a
crear problemas de selección adversa”. De nuevo, se está tratando de desplazar
a las y los estudiantes con recursos económicos limitados de los espacios
universitarios, convirtiendo la educación que en ellos se imparte en un
servicio al alcance de cada vez menos jóvenes.
Estas condiciones fuerzan a un
creciente número de compañeras y compañeros a compaginar estudios con trabajos
generalmente precarios, para así poder afrontar los precios de las tasas
públicas. Esto, sumado a la limitada disponibilidad de recursos y las pocas facilidades
por parte de la universidad (reducción de horarios en espacios de estudio y
lectura, plataformas informáticas de funcionamiento deficiente por falta de un
mantenimiento adecuado, y un largo etcétera), convierten los períodos de
exámenes en un calvario para este sector desfavorecido del estudiantado.
Desde este proceso se nos intenta
vender un modelo educativo que reconoce el esfuerzo personal, pero nada más
lejos de la realidad. Los exámenes finales siguen constituyendo el método
principal de calificación en las materias que cursamos, y la ingente cantidad
de horas que en muchas facultades se dedican al trabajo fuera del aula
constituyen un porcentaje sustancialmente menor de nuestras calificaciones. Por
si esto fuera poco, los calendarios académicos son impuestos con
inflexibilidad, sin tener nunca en cuenta la opinión que nos merece al
colectivo de estudiantes. Así, jugándonos el futuro en el momento puntual del
examen, vemos cómo muchas veces no se refleja en la calificación obtenida el
empeño y la dedicación puestos en el estudio, y mucho menos si se tiene que
hacer malabares para poder pagar cada crédito de la matrícula.
El estudiantado de la UAM decimos
basta a los constantes recortes en materia educativa y no podemos seguir
aguantando los ataques que las empresas privadas realizan contra la
Universidad.
A.
Hoyas y Luis J., estudiantes de Psicología.
No hay comentarios:
Publicar un comentario